Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.

G.O.

miércoles, marzo 25, 2009


En la novela que estoy estuve estaré estaría estaba estuviese escribiendo un escritor gana un premio literario por una novela que no escribió; ahora que me puse a releer las páginas con la intención de recuperar cierto orden, me doy cuenta de dos cosas. La primera, que no estoy escribiendo la novela. Es decir, finalmente, no escribo. Lo digo sin animo de usar la pose del escritor bloqueado, una figura aburrida y kidish. Simplemente, no escribo. No estoy escribiendo. Ando en otras cosas. La segunda, que estoy intrigado por saber cual es esa otra novela, no la que escribo y ya no escribo, sino la que no escribió mi personaje y con la que ganó ese premio. Escribir la novela es solo un ejercicio para hacer aparecer, en un parpadeo, en las entrelineas, aquella otra novela subterranea. Pablo Queiroz no sabe nada de esa novela y yo tampoco; él nunca la ha tenido en las manos y yo nunca he dibujado siquiera las líneas de una trama general, y sin embargo, la novela que ya no escribo trata de esa novela que Pablo Queiroz no escribió. Los dos estamos, pues, girando en el mismo centro vacío.
Bueno, la verdad me di cuenta de tres cosas. Estaba echando a perder esa novela. Me gustaba más cuando la comencé. Demasiada cirugía para mi gusto, demasiado afán por “dejarla” bien. Justo ahora tengo la impresión de que es casi imposible corregir una novela sin terminar por fastidiarla. Hay que aceptar, creo, que las novelas son artefactos necesariamente imperfectos. Es más un cuerpo que una máquina. Es más un acto que una obra. El performance de escribir. Aunque claro, finalmente,

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy cierto, la belleza, la genialidad y lo genuino de las obras de los artistas, asi como las obras de Dios (que somos los humanos) radica precisamente en la originalidad, a veces "esos pequeños detallitos" que tornan imperfecta una obra, se vuelven elementos preciosos e imprescindibles que determinan su grandeza.

cronopio dijo...

Aló!
Dios mio, cuándo dejarás en paz a Gabriel Orozco!! Es preciso que nos veamos.