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G.O.

martes, marzo 30, 2010

Ahora que no me vienes

Vuelvo con Pablo y Zitarrosa,

de nuevo viejo en los bares

Con el canto a cigarro de Sabina

Esta vez no hago simulacros de maletas

    No fijo los viajes imposibles

En los mapas de una cama

    No prevengo sortilegios

ni pronostico azares ni reencuentros

pero apunto lo que bien recibo

Y lo que no lo dejo.

Me doy cuenta- ya era tiempo- que ninguna

Esquina es el fin del mundo

Que ningún semáforo- por alto-

Es el dios de los destinos.

Esta vez no marco a deshoras

Con falsas alarmas

De nostalgia

Ni ostento ya la credencia de la saudade

Me ahorro así la sangre de los días

Y Abandono por fin el derroche de nada

Después de todo, y vaya que después de todo,

Es perfectamente válido esperar

Las buenas cartas en la mesa

Los buenos besos en la cama.

martes, noviembre 10, 2009

LOS ULTIMOS LECTORES

       Un día soy un optimista absoluto respecto al futuro de la literatura y me siento por consecuencia optimista respecto al humanidad en general; otras en cambio, amanezco como un apocalíptico. A veces basta leer una nota en donde Philip Roth dice que en el año 2035 leer novelas será un hábito de culto para desmoralizarme y buscar urgido otras verdades en la primera secta rara que se me ponga enfrente. Otras me escandalizo cuando leo que Google digitalizará millones de libros y me pongo  como un Neardenthal que ante el descubrimiento del fuego grita, salta se da de topes e intenta convencer a sus camaradas Neardenthales que para qué si la carne es mejor cruda. En ocasiones el pesimismo me llega cuando entro a una sala de cine y apenas veo los avances me echo para atrás del asiento con el corazón destrozado, pensando, muerto de miedo : Imposible, no hay forma de competir contra eso , simplemente no hay forma (Concretamente, cuando vi los adelantos de pandillas de Nueva York) El golpe más reciente fue cuando leí hace poco que según un estudio –que no tengo a la mano pero juro que no me lo he inventado- los chicos que leen a Harry Potter no leen después otros clásicos de la literatura infantil ni juvenil ni adulta ni senil [Saramago últimamente un maestro de este último género] El estudio no aclara si los niños no continúan leyendo porque quedaron Potterizados o porque descubrieron las drogas o porque Hermione Granger está cada vez más buena o qué. Yo no he leído a Harry Potter pero aun así no puedo evitar caer en un estado de depresión absoluta y  pensar que si Harry Potter no pudo salvar a nuestros niños de un futuro como analfabetos funcionales ¿Entonces quién podrá salvarnos? ¿Quién? 

         Fue en uno de estos estados de amargo derrotismo que me dio por abrir un nuevo Blog. Se trata de un espacio que pretende documentar la irreversible caída del imperio de las letras frente al imperio de la imagen [cuando ando pesimista] o bien estimular a los posibles visitantes hacia la lectura [cuando ando optimista]

          Justo ahorita-ya a punto de amanecer- estoy escuchando de fondo la canción de Bob Dylan que sirve de Soundtrack a la película  Wonder Boys, adaptación de la novela de Michael Chabon. Pienso dos cosas. Primero: imposible, pero ni de broma, encontrar en el libro de Chabon el  encanto de Katie Holmes bailando y seduciendo al profesor Grady Tripp, interpretado por Michael Douglas. Imposible pese a que la novela es una obra maestra de la literatura gringa contemporánea. No es culpa de Chabon. La palabra es bella y todo, pero somos humanos, demasiado humanos. En esta parte mi pesimismo está de acuerdo con mi optimismo. Segundo: cuando vi la película supe de inmediato que quería escribir una novela basada en ella.  [Después de todo ¿Cuál es esa lógica que nos dicta que un texto puede traducirse en imágenes en movimiento y no en el sentido inverso]   Por supuesto que pronto descubrí la existencia de la novela y además que no lo hubiera hecho tan bien como Chabon-pues claro. Sin embargo, la idea de escribir libros basados en películas me parece  muy interesante [cuando estoy optimista] y también muy idiota [cuando estoy pesimista]. Pero sobre todo,  me parece que sería una autentica patada directa a los huevos de los topos Vilamatescos que conspiran para terminar con la literatura en el Mal de Montano-animales que, por cierto, no deberíamos interpretar como una mera metáfora: yo los he visto con mis propios ojos en los días más pesimistas.  

        Justo hace un par de meses que terminé de ver Los Sopranos-los 86 capítulos-  me quedé paralizado durante unas semanas, imposibilitado a escribir cualquier cosa. Primero pensé: Las novelas totales [a lo Tolstoi, a lo Mann, a lo Musil, a lo Víctor Hugo] serán ahora aquellas series televisivas de textura cinematográfica que puedan alcanzar-está por verse- las alturas de los Sopranos. Que yo sepa, en los últimos cincuenta años, ninguna novela escrita tiene aspiraciones tan logradas en la lógica de esa totalidad como Los Sopranos.  Entonces, en mis momentos optimistas pienso: La literatura debe escribir una novela basada en los Sopranos. En los pesimistas: ¿Para qué? Todo está ahí.  

    Otra cosa. He notado que paralelamente a esta obsesión por el fin de las lecturas literarias he tenido un interés creciente por indagar sobre la existencia de vida inteligente fuera de la tierra y el futuro de la humanidad como especie interplanetaria, capaz de colonizar, en su primera etapa, satélites cercanos y planetas como Marte. La relación entre estas dos inquietudes no las tengo muy claras, pero una cosa me lleva a pensar en la otra y viceversa. De entrada, no sé por qué, pero me da la impresión de que en esos viajes de exploración y colonización, no vamos a llevarnos muchos libros. Quizá haya algunos tripulantes nostálgicos haciendo lectura mientras flotan por la gravedad cero, pero no moveremos la biblioteca de Washington a Marte, no. Ni siquiera, me temo, la Octavio Paz. Tal vez las transportaremos en un USB. Pero los libros en físicos, lamentablemente, no. Esos quedaran resguardados en bóvedas ultra secretas que podrían estar en algún lugar de la vasta Rusia o en un desierto de Arizona. Con el tiempo los idiomas que se hablan en esos libros caerán en desuso y olvidaremos finalmente su ubicación.  El escenario me parece feliz o trágico, dependiendo de mi optimismo o mi pesimismo. Sin embargo, debo admitir una cosa: he notado que cuando soy pesimista escribo con más fluidez, diría que felizmente. Puede que no sea sino la comodidad de saber que podemos prescindir de ser buenos ya que nadie nos leerá. Puede también, que después de todo, encuentre algo de heroico y de noble  el ser parte de esa estirpe de los últimos lunáticos que desearon escribir y la aun más privilegiada estirpe de los últimos lectores [como esos indios americanos que vislumbran su destino: ser el último hombre en hablar una lengua]

                                                                                                                             A.Paciano

lunes, septiembre 21, 2009

NUEVO VIDEO DE MANOS DE TOPO

Manos de topo anda por ahí estrenando vídeo. De nuevo lo dirige Kike Maillo, y al igual que su vídeo pasado es un plano secuencia, solo que ahora hay más personajes y una bien lograda puesta en escena. Queda la recomendación para conocer a este grupo barcelonés.


viernes, septiembre 18, 2009

CARICATURAS DE ALBERTO MONTT


Navegando me encontré Alberto Montt, un caricaturista chileno que transita cómodamente y con igual fortuna por casi todo tipo de humor, desde negro hasta tierno, bobo y político. Abajo un ejemplo, y aquí su blog.

















domingo, septiembre 06, 2009

BOLAÑO CERCANO





Hace tiempo me encontré con el tráiler de Bolaño Cercano y la semana pasada descubrí que alguien lo había subido completo al youtube. Escribo esto justamente cuando a mi lado acabo de dejar la novela de Javier Cercas, Soldados de Salamina, en cuya tercera parte aparece un Bolaño Cercano que está recomendándole todo el tiempo a un periodista que deje de buscar a Miralles- un personaje extraviado que estuvo aquí y allá en la segunda guerra mundial, y que B. conoció en un camping que es a la vez real y a la vez inventado por Cercas- y que mejor lo invente, al fin y al cabo, dice Bolaño en la novela “la realidad siempre nos traiciona; lo mejor es no darle tiempo y traicionarla antes a ella”. Y también escribo esto después de pensar en Bolaño y poner de fondo de pantalla una de sus fotos en donde se le ve sentado en su escritorio, supongo que en Blanes, y después de reparar en que últimamente, con más frecuencia, pienso en Bolaño todos los días y casi a todas horas. No siempre en sus libros, sino en él, aunque a veces también en sus libros. Y apenas estoy escribiendo esto, me dan ganas de borrarlo, porque siempre que quiero decir o pensar o escribir algo de Bolaño, tengo la sensación de que hay que decirlo todo, aunque sabemos, esto es imposible, y por lo tanto uno termina eligiendo el silencio. Pero ahora voy a seguir aunque no lo diga todo, aunque apenas diga algo, y ni siquiera será de Bolaño sino de Bolaño cercano.

Hay que empezar por reconocer que ahí están los escritores que deberían estar: Rodrigo Fresán, quién ha escrito las páginas más lúcidas de su obra, y que probablemente sea el mejor lector de Bolaño de la misma forma en que Bolaño era el mejor lector de Fresán, aunque en realidad Bolaño era el mejor lector de muchos otros escritores. También está Enrique Vila-Matas y A. G. Porta y Villoro. Juan Villoro probablemente sea el segundo lector más atento de su obra, aunque también podríamos decir lo mismo de Vila-Matas. También tienen voz en el documental su última pareja y su hijo Lautaro, y su hija Alexandra, que aunque no habla, si dice mucho cuando escucha unas líneas de su Padre..

Qué cosas le divierten: “Ver jugar a Alexandra, desayunar en un bar a lado del mar y comer un Croussaint leyendo el periódico, la literatura de Borges, la literatura de Bioy, la literatura de Bustos Domecq, hacer el amor”

Pero ahora que lo pienso, la ausencia de Jorge Herralde, su amigo y editor, deja casi un abismo en el documental. Tampoco hubiera estado de más que Javier Cercas dijera algo, y Andres Newman seguramente habría aportado cosas interesantes, aunque no estoy seguro si lo conoció y me inclinaría más en confiar en un vago recuerdo que me sugiere que solo intercambiaron cartas; pero Bolaño conocía la obra de Newman, al menos la que hasta entonces había publicado, y Newman, por supuesto, la de Bolaño. Ya en este plan, faltarían también las palabras de Angeles Mastreta; y con este ajetreo que se traen por el éxito de su obra en los estados unidos, hubiera sido deseable que entrevistaran a su traductor (cuyo nombre ahora se me escapa, pero no se me escapa el recuerdo de una entrevista que le hicieron por motivo de la edición de The Savage Detectives y que me dejó con la impresión de que Bolaño estaba en buenas manos allá en tierra gringa) y agradeceríamos la participación de S. Sontag, quien fue , hasta donde yo sé, una de las primeras lectoras angloparlantes de Bolaño, y siguiendo en este plan habría que consultar a S. Rushide, que ha celebrado las ediciones en inglés de su obra y sólo por eso se ha convertido en uno de los divulgadores más importantes de la misma. La realidad, esto es desde luego más difícil, o imposible, pero es la verdad, es que también hace falta Nicanor Parra, que no sé bien si ya murió, y no me animo a consultarlo en la red porque tengo la impresión de que sí, y haría falta también que Gabriela Mistral resucitara (ella sí murió o por lo menos lo soñé) o regresará del África para saludar póstumamente a su hijo, y ahorita que escribo “hijo” por poco escribo Hijo Maldito, pero eso sería caer en expresiones fáciles. Nos hubiera gustado también que se entrevistara desde una pulcata o un bar del DF a Santiago Papasquiaro, o tal vez montado en su motocicleta y con chamarra de cuero. Incluso- no sé B. estaría de acuerdo con esto- habría que sacarle a algunas palabras a Pinochet, aunque fuese a picanazos, para que recuerde (o crea recordar) al Bolaño de diez y seis o diez y siete años que volvió a Chile para hacer el golpe. En fin, estas ausencias, después de todo, no importan demasiado, también los productores debieron resignarse a decir algo, apenas algo, sobre el detective salvaje. Y no importa, además, porque ya habrá tiempo de llenar esos huecos y hablar de Bolaño y de su literatura. Después de todo, si bien nos va, la literatura hispano-española que viene será una nota a pie de página de toda su obra o parte de su obra. Al menos así será mientras esta literatura siga siendo joven. Aunque probablemente esto sea una exageración y una mentira, pero me gusta pensar eso últimamente.

Alberto Paciano


martes, septiembre 01, 2009

LA MÁQUINA DE CORTÁZAR


En 1997 compré la máquina en la que Julio Cortázar escribió Rayuela. Desde entonces no puedo escribir con otro artefacto. Ni siquiera con las plumas. Para empezar, al tomar una pluma, ya se está en una actitud ajena a la escritura: más cerca de los trazos, de las líneas y los rayones, se antoja más dibujar circulitos o largas líneas que cruzan la hoja a manera de pentagrama imperfecto, pero no de escribir una palabra. Quien revise mis borradores, encontrará todo esto. En cambio con la máquina de Julio las cosas son diferentes. A uno le dan ganas de poner un disco de Bill Evans e irse metiendo en las páginas, decidido a perderse en cualquier digresión hasta el punto final. Y así sucede. Puedo escribir durante horas hasta que el sueño pide lo suyo. A veces, juego a que soy Julio Cortázar. Me dejo la barba, fumo, aunque no tengo el hábito de fumar; juego ante el espejo que esta frente a mi escritorio a practicar ciertas posiciones corporales que mi estatura, sin llegar a la de Cortázar, me facilita las cosas; imito su voz, me toco mi boca, el borde de mi boca, y todo va perfecto, escribo sin trabas, sin apenas planear algo, como si los golpes vinieran empujados desde las teclas a la punta de los dedos. Se me ocurren cosas que seguramente no se me ocurrirían si escribiera con cualquier otra máquina, digamos, con la antigua máquina del periódico, la que utilicé por allá en el ochenta. Han sido tantas personas las que han metido sus dedos allí; que el objeto pierde esa especie de imantación que solo pueden tener aquellas cosas que fueron usadas por una sola persona. Hasta donde yo sé, hasta donde me han dicho, solo Julio Cortázar escribió en esta máquina. Ignoro si le tenía mucho apego o no; si se sentía incapaz de escribir con otra o todo esto era perfectamente irrelevante. Me gusta pensar que la necesitaba tanto como yo, que le gustaba, como a mí , mirarla por un largo rato, sin tocarla, pensando en que las palabras no existen hasta que uno se pone a respirar y pone el papel y presionas para que la palabra tenga forma, peso, aroma, realidad. Escribir en la máquina de Cortázar ha cambiado también mis costumbres o mis habilidades de taquigráficas. Antes, en la computadora, escribía usando todos mis dedos. Llegaba rápidamente al final de la frase y ahí estaba el muro, el ahora qué, las ganas presionar el erase hasta el inicio, como en un desmayo hacia atrás; ahora, escribo solo con mis dedos índices, lentamente, presionando con esfuerzo para que la letra imprima bien, como en esa fotografía a blanco y negro que anda circulando con la red, en donde se le ve Cortázar tan inteligente, tan concentrado en su juego. No estoy seguro cuántas utilizó Cortázar a lo largo de su vida. Al menos tuvo esta. El que me la vendió, un judío polaco, me garantizó que era de él, incluso me enseñó esa foto; se parecen tanto. Justamente este Polaco le vendió a un colega la máquina de George Perec. Era un escritor, mi amigo, sencillo y modesto. Ahora está hecho un lío. Yo tampoco podría escribir con una máquina de Perec, primero, porque apenas lo he leído. No veo en él a ningún maestro, no tengo por él más admiración que la que me puede inspirar los comentarios elogiosos de los colegas que sí lo han leído, que si lo admirar, no sé por qué.

En una semana visitaré a un amigo en Buenos Aires que va a inaugurar un museo de la vida de Julio. Entre otras cosas-fotografías, textos, la gabardina con la que llegó a Paris en el cincuenta o el cincuenta y uno- exhibirá una máquina de Cortázar. Prometí llamarle en cuanto llegara a la ciudad para encontrarnos en un café; iremos después a la casa del anticuario que estará a cargo del museo, y que jura tener documentos de autenticidad y pruebas y testimonios. Le diré que no pueden exhibir esa pieza. Les pediré de favor que no lo hagan. Somos amigos. Posiblemente, ya veremos. Buenos Aires es triste.

jueves, agosto 20, 2009

CHABON Y BAND OF BROTHERS

Hace unos días terminé de ver la serie co-producida por Tom Hanks y Steven Spielberg: Band Of Brothers, y el azar quiso que hoy me encontrara con unas líneas de M. Chabon que me resultaron particularmente acertadas a la luz de las impresiones que todavía tengo de los diez capítulos que conforman la serie. Corto y pego.

A short story is a commando operation. It has a specific objetive, you have to get in qickly, set your charges, and get out, leaving the reader to be caught up in the blast. A novel is more like a war: always begun in the highest enthusiasm, with full confidence of right, and of the certainty of it all being over by Christmas. Two years later you're in the trenches and mud, with defeat a real possibility, doubting everything, in particular the wisdom of the commanding general.

No pude evitar sonreír: justo tengo como plazo para El premio (titulo provisional) la navidad del 2009; uno o dos meses más. Al menos por hoy, sin novedad en el frente: hice guardia en la trinchera del escritorio, esperando